La lechuga romana (Lactuca sativa var. longifolia) es una variedad de lechuga que se distingue por sus hojas largas, firmes y crujientes, de un color verde oscuro en el centro y más pálido en los bordes. Es una de las variedades de lechuga más populares, especialmente en ensaladas y como base para platos como el César. Su sabor es suave y ligeramente amargo, lo que la hace refrescante y versátil en la cocina.
En cuanto a su valor nutricional, la lechuga romana es baja en calorías, con solo 15 calorías por cada 100 gramos. Es una excelente fuente de fibra, con aproximadamente 1.2 gramos por cada 100 gramos, lo que favorece la digestión y contribuye a la saciedad. Además, contiene vitaminas A, C y K, importantes para la salud ocular, el sistema inmunológico y la coagulación sanguínea, respectivamente. También es rica en minerales como el potasio y el calcio, esenciales para el funcionamiento muscular y la salud ósea.
La temporada de la lechuga romana varía según la región, pero generalmente se encuentra disponible durante todo el año. Es más abundante en los meses más frescos, como la primavera y el otoño. Se puede consumir fresca, en ensaladas, wraps o incluso a la parrilla.