Las setas son hongos comestibles que pertenecen al reino fungi y se caracterizan por su cuerpo fructífero visible, generalmente con forma de sombrero y tallo. Existen muchas variedades, como el boletus, champiñón, níscalo, shiitake y trufa, cada una con su propio sabor, textura y valor culinario. Crecen en ambientes húmedos y sombríos, a menudo en bosques o en suelos ricos en materia orgánica. Algunas se cultivan comercialmente, mientras que otras se recolectan en la naturaleza.

Desde el punto de vista nutricional, las setas son bajas en calorías y ricas en proteínas vegetales, lo que las convierte en una excelente opción para dietas vegetarianas y veganas. También aportan fibra, que favorece la digestión, y una gran cantidad de antioxidantes, como el selenio y los polifenoles, que protegen las células del daño oxidativo. Son una de las pocas fuentes vegetales de vitamina D, esencial para la salud ósea, además de contener vitaminas del grupo B, fundamentales para el metabolismo energético. Su contenido en minerales, como potasio, fósforo y hierro, contribuye a la función muscular y la producción de glóbulos rojos.

Su temporada óptima de consumo varía según la especie, pero muchas crecen en otoño y primavera, coincidiendo con períodos de mayor humedad. Se pueden disfrutar salteadas, a la plancha, en guisos, sopas o como acompañamiento de diversos platos.