La papa blanca, una de las variedades más comunes y versátiles de la papa, es un alimento básico en muchas cocinas alrededor del mundo. Originaria de los Andes, esta tuberosa es conocida por su textura cremosa y su sabor suave, lo que la convierte en un ingrediente ideal para una amplia variedad de platos.

Desde el punto de vista nutricional, la papa blanca es una buena fuente de carbohidratos complejos, que proporcionan energía sostenida. Además, es rica en vitamina C, vitamina B6 y potasio. También contiene una cantidad moderada de fibra, especialmente si se consume con la piel, y es baja en grasa. Las papas blancas aportan antioxidantes como los flavonoides, que pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas.

La temporada de consumo de la papa blanca varía según la región, pero generalmente se cosecha en los meses de primavera y verano. Sin embargo, gracias a su almacenamiento adecuado, las papas blancas están disponibles durante todo el año. Son increíblemente versátiles en la cocina: se pueden hervir, hornear, freír, asar o hacer puré. Además, se utilizan en platos tradicionales como puré de papas, ensaladas de papa, sopas y guisos, aportando textura y sabor a una amplia gama de preparaciones culinarias.